Los falsos mitos sobre la inmigración

Un informe de Citigroup revela que la economía de España habría crecido entre un 20% y un 30% menos en ausencia de extranjeros residiendo en su territorio entre 1900 y 2015. Aunque los inmigrantes continúan siendo el segmento en condiciones sociales más precarizadas.

Economía 10/11/2019 Redacción Redacción
Inmigrantes trabajando en España, por ABC
Fuente: ABC.

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Pese a la reciente expansión del discurso del odio, principalmente espoleada por el partido ultraderechista Vox, que intenta criminalizar a las corrientes migratorias, un porcentaje significativo del ascenso económico español se debe atribuir al trabajo extranjero. Pero aun cuando su inserción en el mercado laboral resulta eje para las finanzas españolas, los inmigrantes continúan componiendo los segmentos sociales más precarizados en condiciones de vida.

Según un informe de Citigroup, las economías del sur de Europa, incluida España, habrían crecido entre un 20% y un 30% menos en ausencia de inmigrantes entre 1990 y 2015. Alemania, por ejemplo, habría perdido 155.000 millones. Una historia que se lee en la estadística: 58 millones de personas en el continente, alrededor del 10% de sus habitantes, son inmigrantes. En la última década, según un informe de la OCDE, el crecimiento de las llegadas ha sido del 28%. Las migraciones, mayoritariamente, no proceden de los países más pobres, sino de aquellos con ingresos medios: la OIT estima que hay 164 millones de personas en el mundo en busca de mejores oportunidades económicas. Es una corriente con tendencias cambiantes: el 51% son ahora mujeres y el éxodo climático cotiza al alza: la ONU prevé que haya 200 millones de desplazados por este motivo en 2050.

Oficialmente la población extranjera asciende a 4,7 millones, el 10% del total. Si se toman los nacidos en el extranjero, el porcentaje se eleva al 14% de la población, porque 2,1 millones tienen doble nacionalidad. No hay datos actualizados de cuál es su efecto en el PIB, pero sí se sabe que el auge económico previo a 2008 se sustentó en el crecimiento demográfico originado por esta fase de crecimiento. Una estimación de la Oficina Económica del Presidente fechada en 2006 atribuía a este fenómeno 1,1 puntos de avance anual del PIB en el periodo 1996-2005, un tercio de todo el crecimiento del país.

No obstante, las estadísticas sobre los índices sociales más precarizados continúan teniendo a los inmigrantes como segmento mayoritario: según el informe CIDOB de la Inmigración 2018, la realidad es que la diferencia de renta entre los nacionales y los extranjeros oscila entre un 25% y un 46% (dependiendo del origen de los segundos), y algo similar ocurre con los indicadores de pobreza, que exhiben también notables diferencias desfavorables para los extranjeros. Según la encuesta de condiciones de vida del INE, un 8,4% de los inmigrantes declaran que no puede permitirse una comida de carne o pescado al menos cada dos días (frente a un 3,5% de nacionales) y un 65% no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos (la mitad en el caso de los españoles).   

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