Rodrigo Gil Cedillo, educador social y miembro de los colectivos ciudadanos por la renta básica universal de Galicia, en 2019 forma parte del comité organizador de las jornadas “Renta Básica: el nuevo derecho social necesario” realizadas en A Coruña y ese mismo año defiende su trabajo fin de grado con título “Renta básica y educación social: hacia un nuevo paradigma en los servicios sociales”. Es autor de varios artículos publicados en periódicos gallegos y estatales alrededor del tema, sin duda puede acercarnos en esta entrevista una visión amplia de qué es y no es la renta básica universal, así como analizar otros aspectos de esta medida de la que se habla desde hace varias décadas pero que sin duda cobró protagonismo en este último año.
Entrevista de María Xosé Vázquez Vázquez para la revista Fervenzas - Revista galega de Traballo Social, del Colexio Oficial de Traballo Social de Galicia
Vamos a empezar por aclarar que es la renta básica universal, y concretamente cuál es la propuesta que se defiende desde los colectivos ciudadanos por la renta básica.
La renta básica que defendemos es una asignación monetaria pública incondicional a toda la población, independientemente del nivel de renta que posea la persona. Esta asignación tiene que ser igual o superior al umbral de la pobreza. ¿Significa esto que gana toda la población? No, porque para llevar a cabo la implantación de una renta básica es necesario llevar a cabo una reforma fiscal para que pague más quien más tenga. El estudio llevado a cabo en el Reino de España por los economistas de la Red Renta Básica Daniel Raventós, Lluís Torrens y Jordi Arcarons muestran que con una reforma fiscal que financie la renta básica saldría ganando el 80 % de la población y perdería el 20 % más rico. Eso no quiere decir que dejen de ser ricos, sino que simplemente pagarían más de lo que pagan ahora.
La renta básica que defendemos debe tener una serie de características establecidas por la Basic Income Earth Network (BIEN), la organización a nivel mundial que trabaja a favor de esta idea.
La primera característica es que debe ser básica. Esto significa que debe ser una transferencia corriente que les permita a las personas sobrevivir, en cuanto al acceso a alimentación, vivienda, formación y cuidados médicos. Debe ser una renta que les asegure a las personas una participación efectiva en la sociedad.
La segunda característica es la universalidad. La RB es pagada a toda la ciudadanía, independientemente de otra fuente de ingresos. La configuración actual nos conduce a una propuesta que tiene que ver con la ciudadanía entendida como los derechos que tiene una persona por residir o ser nacional de un determinado lugar. Como señala el profesor Guy Standing, la universalidad de la renta básica es una cuestión política que debe ser decidida a través de medios democráticos.
La tercera característica es la individualidad. La renta básica es abonada a las personas y no a los hogares, con el objetivo de no discriminar según la situación familiar de estas. Esto último ocurre con la mayor parte de las prestaciones condicionadas en tanto que toman como referencia la llamada unidad familiar o de convivencia. La individualidad de la renta básica significa uniformidad.
La cuarta característica es la incondicionalidad. Esta característica implica tres aspectos. El primero es que la renta básica debe ser pagada independientemente de los ingresos, lo que implica no tener que comprobar requisitos personales, económicos y familiares. Las personas no tendrían que probar su situación de pobreza. La renta básica no condiciona el uso que se hace del dinero. El segundo aspecto es que el cobro de la renta básica no implica requisitos de comportamiento y el último aspecto es que no exige la busca de empleo, formación u otras actuaciones análogas.
La última característica es la regularidad. Se trata de un pago periódico. Debe ser abonada de forma regular –por ejemplo, mensualmente–. Cabe resaltar que estas cantidades serían pagadas de una forma automática, normalmente, eliminando los innumerables trámites burocráticos que caracterizan el sistema actual de protección social.
Nosotros defendemos una renta básica que suponga una redistribución total y justa de la riqueza para poder garantizar la existencia material de la ciudadanía. Sin tener garantizada la existencia no podemos hablar de libertad. Es incomprensible que en la Europa del S.XXI tengamos tasas de pobreza insoportables.
Mas allá de las variables económicas que contiene la propuesta, ¿cuál es el sentido filosófico y ético que sustenta la propuesta?
La idea de renta básica que defendemos está basada en el republicanismo. La concepción de la libertad republicana tiene 2.500 años. Concretamente, el modelo republicano defendido por la mayoría de autores sobre renta básica es el republicanismo democrático. El republicanismo democrático fundamenta que ser libre es estar exento/a de pedir permiso a otro para vivir o sobrevivir, para existir socialmente. Quien depende de otra personas para vivir no es libre.
Los conceptos de libertad e igualdad están muy vinculados a la idea de la renta básica, y ambos conceptos no pueden ser variables para escoger. La desigualdad crea un problema profundo de libertad para la gran mayoría, porque quien no tiene la existencia material garantizada tiene que pedir permiso la otras personas para poder vivir.
Hace falta resaltar que la renta básica busca algo tan sencillo pero tan importante como garantizar una vida digna. Es difícil pensar que éticamente alguien pueda estar en contra de que cada miembro de la sociedad tenga unas condiciones mínimas para una vida que merezca ser vivida. El artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad. Solo con una renta básica podremos garantizar estos derechos en su totalidad.
La universalidad es uno de los aspectos mas controvertidos de la propuesta, ¿por qué una prestación económica también para quien no la precisa? ¿Por qué no concentrar los esfuerzos en quien más lo necesita?
Hasta hace poco más de una década, en el Reino de España el empleo era la única forma de garantizar una vida más o menos digna. Ahora, ni siquiera el empleo impide estar en situación de pobreza. Llevamos décadas viendo como el sistema de protección social intenta acabar con la pobreza y no es capaz. Desde el punto de vista de la eficiencia económica y social, las cifras de pobreza y exclusión social cada vez son mayores porque la condicionalidad asociada a las rentas de inclusión social hace que estas no lleguen a alcanzar a la totalidad de la población que potencialmente podría ser beneficiaria de ellas. La condicionalidad lleva a la estigmatización social por tener que convertirnos en suplicantes de ayuda, cuando la incondicionalidad, y por lo tanto, entender la renta básica como un derecho, elimina ese efecto estigmatizante. Otros efectos de la condicionalidad son la infantilización de la conducta y el sometimiento a arbitrariedades por parte de instancias burocráticas. Esto hace que las personas beneficiarias de estas rentas se sientan fracasadas socialmente, llevando a la invisibilización de la pobreza por el miedo a que los vecinos y vecinas sepan que fracasaron en esta sociedad y tienen que vivir de la caridad de la Administración. A pesar de que algunas personas consideran que las rentas condicionadas como el Ingreso Mínimo Vital o las rentas de inserción autonómicas son un derecho social, no podemos considerarlas como tal si tenemos que suplicar que nos las concedan.
Desde el punto de vista de la libertad republicana, que toda persona perciba la renta básica supone cambiar las estructuras sobre las que está fundamentado el sistema. Ayudaría a repensar las relaciones humanas, ya que les daría libertad a personas que ahora mismo no lo son por motivos económicos. Por ejemplo, las situaciones de violencia contra la mujer en las que las víctimas no pueden huir por no contar con medios económicos.
La renta básica también modificaría el concepto de trabajo y pondría en valor el trabajo de cuidados. Según expresa el profesor David Casassas, como sociedad tenemos la necesidad de instituir mecanismos que empoderen a la ciudadanía para decidir, tanto de forma individual como colectiva, qué tipo de trabajos, remunerados o no, deseamos realizar y en qué proporciones. El trabajo de cuidados va ligado, indiscutiblemente, a la figura de la mujer. Esto hace que en muchas ocasiones la mujer quede fuera del ámbito del trabajo asalariado o tenga que verse abocada a empleos precarios con los que hacer la doble jornada: en casa y en el centro de trabajo. Si alguna persona considera que eso es libertad, tiene un problema serio de empatía.
La renta básica es universal e incondicional para servir como herramienta de distribución de la riqueza en una sociedad en la que el empleo cada vez será más escaso. Respecto a esto, considero que deberíamos celebrar esta falta de empleos porque supone que dejaremos de hacer trabajos “de mierda” para centrarnos en otras cosas más gratificantes, que realmente le dan sentido a nuestra existencia. La renta básica tiene que ser ese mecanismo que nos permita hacer la transición hacia una sociedad en la que el empleo o la renta no definan quién somos.
A día de hoy aún hay personas que consideran la implantación de una RBU como una medida que no podría ser viable por su coste. Existen distintas propuestas para la financiación de esta, varias bien argumentadas desde el punto de vista económico, ¿tiene nuestro país margen para implementar esta medida?
Sí, el Reino de España tiene margen para implementar esta medida. La cuestión no es tanto la viabilidad económica, pues pienso que está bien argumentada por los estudios de los economistas Raventós, Arcarons y Torrens, sino la voluntad política para llevarla a cabo. Ese es el gran problema. El Reino de España tiene una baja presión fiscal en comparación con la media de los países de la Unión Europea, y a pesar de que igualara el porcentaje de presión fiscal con la media europea, la recaudación no sería a misma porque hay mucha renta baja y mucha temporalidad en el empleo, lo que aminora esta recaudación. Además, hay más deducciones que en otros países que benefician a las rentas más altas porque las exenciones por dividendos o plusvalías es mayor que en los países del entorno. La propia renta básica podría tener efectos positivos sobre la temporalidad y los bajos salarios, ya que en la actualidad la precariedad laboral es sostenida por la desesperación de mucha gente que no tiene otra opción que aceptar cualquier trabajo para subsistir.
El modelo de renta básica que defendemos podría ser financiado con una reforma ambiciosa del IRPF, pero también a través de otros impuestos como puede ser lo de patrimonio. Jordi Arcarons está trabajando en un modelo en el que, estableciendo un impuesto sobre el patrimonio del 10 % al 10 % más rico, se obtendría casi la totalidad de la cuantía necesaria para financiar la renta básica. Imaginad si, a mayores de esto, hiciésemos una reforma en el IRPF y modificásemos los Presupuestos Generales del Estado para dejar de financiar partidas de utilidad dudosa para una persona progresista como pueden ser la Casa Real, la Iglesia católica o las Fuerzas Armadas.
La voluntad política es fundamental para la implantación de esta idea. Algunos partidos utilizaron esta idea con la intención de atrapar votos, pero a la hora de la verdad no eran propuestas honestas. Algunos llevaban la idea sabiendo que la relevancia que tenían en el panorama político era casi nula y otros que alcanzaron cuotas de poder no mantuvieron la idea en su programa por la falsa creencia de que la renta básica resta votos. El partido que apueste por la renta básica de una forma seria y sincera tendrá un gran futuro por delante. Debemos tener claro que la cuestión no es si habrá renta básica o no, ya que eso es inevitable. La cuestión es cuándo tendremos una Renta Básica, y esto depende de la voluntad de los partidos y movimientos sociales para empujar en la misma dirección con el objetivo de acabar con la pobreza y dar libertad a las grandes mayorías.
Una renta básica gallega, estatal o europea, ¿hacia dónde vamos?
Yo considero que la idea de una renta básica europea sería muy interesante. El proyecto europeo como esfuerzo común de solidaridad y progreso es potente, y pienso que debemos luchar por él. Ahora bien, debemos también luchar para alejarlo de la deriva neoliberal en la que está inmerso y que tanto daño hizo a estados como el Reino de España, entre otros. Una renta básica europea sería un éxito en términos de igualdad social y podría favorecer una armonización no solo fiscal, sino salarial y de derechos sociales que en otros miembros de la Unión Europea ya están consolidados.
Siendo realista, entiendo que es más fácil ver una renta básica a medio-largo plazo en el Reino de España porque es quien tiene las competencias para llevar a cabo las reformas fiscales para hacer realidad esta propuesta. Las comunidades autónomas, con la excepción de Euskadi y Navarra, no tienen competencias ni músculo para afrontar las reformas necesarias, por lo que no veo viable una renta básica gallega en la actualidad.
Lo importante es que siga el debate respecto a esta idea, sin importar en exceso la escala de implantación de la misma. Quién nos iba a decir a las defensoras y defensores de la renta básica que se hablaría tanto de ella, y más ligada a una pandemia mundial que mostró la debilidad del sistema.
Con unos datos en los que el Estado y Galicia se sitúan con unos datos terribles no ya de pobreza material, y que sin duda se verá agravada por la actual situación de crisis, sino con unos indicadores de desigualdad que suben hasta unos niveles que podríamos calificar cómo “obscenos” y que fueron objeto de análisis y llamadas de atención por organismos internacionales, ¿cómo crees que la implementación de una RBU contribuiría a reducir esta desigualdad?
A nivel estadístico, la renta básica consigue una drástica reducción de la desigualdad de renta en el Reino de España, ya que el coeficiente de Gini disminuye más de 11 puntos, y se sitúa en un nivel muy similar al de los países escandinavos. Según Eurostat, en 2019 solo Letonia, Lituania y Rumanía presentaban peores datos que España.
Si garantizamos a toda la población una cantidad igual o superior al umbral de la pobreza, estamos acabando con la pobreza (a nivel estadístico) de golpe, y por lo tanto reduciendo la desigualdad, pero no es la única forma. La desigualdad es estructural en este sistema por lo que necesitamos un Estado del Bienestar fortalecido que luche contra las desigualdades en todos los ámbitos en los que se presenta.
Cuando personajes como Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Luis de Guindos están defendiendo públicamente la renta básica universal, ¿están hablando de lo mismo?
Sin duda, no tienen la misma idea de renta básica que defendemos. Es curioso que alguien como Bezos hable de renta básica cuando es uno de los mayores evasores fiscales de la historia. La idea que defienden muchas de estas personas tan influyentes es la desaparición del Estado del Bienestar por el pago de un cheque con el que la ciudadanía podría pagar servicios que antes eran públicos, como la educación o la sanidad. El exministro Luis de Guindos no es ni siquiera tan ambicioso, y apuesta por esquemas de rentas mínimas como el Ingreso Mínimo Vital.
Hace falta remarcar que no todo es renta básica, y menos cuando tiene un enfoque liberal que pretende acabar con lo público. Algunos millonarios defienden la renta básica porque saben que la consecuencia de su propia riqueza va a ser el desempleo debido a la automatización de procesos. Yo no soy ludita, por lo que aplaudo los avances tecnológicos que nos lleven a trabajar menos y mejor, huyendo de empleos alienantes, pero la alternativa no puede ser ganar un cheque cada mes para gastarlo en servicios privatizados.
El gran problema que afronta la renta básica es el uso de este término por medios de comunicación y partidos. El uso interesado para referirse a rentas condicionadas como el IMV lleva a que mucha gente tenga un concepto erróneo de lo que defendemos. La renta básica tiene que ser incondicional, universal, individual y suficiente.
Pasando ya la un plano más profesional, ¿cómo crees que la implantación de una RBU afectaría el día a día de las usuarias y de los usuarios de los servicios sociales comunitarios?
El hecho de tener garantizada la existencia fuera del sistema de rentas condicionadas, el cual tiene un punto perverso de sometimiento y control sobre las personas, supone un cambio muy relevante en cómo las usuarias de los servicios sociales comunitarios se relacionan con estos. La existencia de la renta básica no quiere decir que no sean necesarios los servicios sociales. A pesar de que la seguridad económica juega un papel fundamental, vivimos en una sociedad con una serie de defectos sociales que trascienden lo meramente monetario. Es por este motivo que las profesiones de lo social siguen siendo necesarias.
Me parece muy acertado el análisis que hacen Mullainathan y Shafir en su libro Escasez: ¿Por qué tener poco significa tanto? (2014) sobre el efecto que tiene la escasez sobre el cerebro humano. La escasez captura nuestra atención y entorpece la habilidad de concentrarnos en otras cosas. Cuando intentamos hacer otras cosas, la “visión de túnel” de la escasez nos hace volver a caer en ella. La escasez en un aspecto de la vida significa menos atención, y por lo tanto menos habilidades cognitivas. La escasez genera perturbaciones internas, término común en las ciencias cognitivas y en la neurociencia. Muchos estudios documentan el profundo efecto de los pensamientos internos en la función cognitiva general. Los autores utilizan el término “ancho de banda mental” para expresar las capacidades cognitivas del ser humano para la vida diaria. El ancho de banda mide la capacidad de cálculo, la habilidad de prestar atención, de tomar buenas decisión, de planear y de resistir las tentaciones. Si quitamos de la ecuación el factor económico, estos efectos se reducen y podremos trabajar con la personas desde otro prisma totalmente diferente.
¿Y a sus profesionales?
Mejoraría el desempeño de las profesionales, ya que elimina la razón de ser del asistencialismo y paternalismo del sistema que suponen el acceso a los servicios socialess como suplicantes de ayuda a cambio de un sometimiento y control por parte de la Administración. Esto permitiría que las profesionales centren su trabajo en el ámbito comunitario, en materia de prevención. Siempre es mucho más efectivo prevenir los incendios que apagarlos, y más cuando hablamos de personas.
La renta básica aliviaría mucho el trabajo de las profesionales, pero no es la panacea. A pesar de lo que pueda pensar alguna gente, en los servicios sociales comunitarios existen malas condiciones laborales debido a la temporalidad de las contrataciones, así como una infrafinanciación que redunda en la falta de medios humanos. Esas malas condiciones laborales llevan a la saturación de estos, por lo que es necesario atacar ese problema.
¿Piensas que dejar en manos de los servicios sociales comunitarios la gestión, tramitación y control de los subsidios condicionados (rentas mínimas) está siendo un lastre para poder acercarse a las personas y a las comunidades desde otras posiciones que respondan a su verdadero objetivo y coherentes con su misión? ¿Cómo podríamos cambiar esto?
Sí, convertir los servicios sociales comunitarios en una maquinaria burocrática de gestión de las rentas condicionadas es un verdadero problema. El trabajo de una trabajadora social no debería ser la exclusiva tramitación de ayudas que sabemos de sobra que no van a sacar la gente de la situación de exclusión social. Está muy comprobado que el sistema actual de servicios sociales no responde a las necesidades de la población ni refleja las funciones que deberían desarrollar las profesionales, ya que quedamos atrapadas y atrapados en el “laberinto burocrático”, término empleado en el muy recomendable libro Silencio Administrativo de Sara Mesa.
Las profesionales del social no somos policías ni burócratas. Quien esté cómoda o cómodo en ese papel quizás se debería dedicar la otra cosa. No estamos para gestionar la miseria y convertir a las personas en suplicantes. Estamos para acompañar y dotar de herramientas que empoderen a las personas en un mundo que está diseñado para la desigualdad. Mientras estamos pendientes de cuestiones tan sumamente vitales como pagar el alquiler (si tenemos la suerte de tener vivienda), que no nos corten la luz o tener comida en la nevera, es imposible que trabajemos otros aspectos relevantes y que muchas veces llevan a estar en esa situación de precariedad. Si no atajamos el problema de cuajo, los parches no sirven, sobre todo cuando hablamos de personas.
La renta básica tiene la capacidad de cambiar esta situación porque elimina factores estresores que limitan el trabajo de las profesionales del social. No es la única herramienta, porque necesitamos un enfoque diferente en el modelo de protección social que se centre en la persona como sujeto de derechos adquiridos por el mero hecho de nacer en esta sociedad.
¿Crees que es la RBU una medida que nos puede traer más libertad, más salud, más felicidad a las personas y a las comunidades ?
Estoy convencido de los efectos positivos asociados a la renta básica. La libertad de no estar bajo el arbitrio de otros para poder existir socialmente es algo por lo que debemos luchar porque es una cuestión de sentido común. La desigualdad social es un constructo creado por la sociedad, por lo que podemos y debemos acabar con ella de la misma forma que se crea. Tenemos que acabar con la naturalización de la desigualdad. Obviamente, libertad y felicidad están íntimamente relacionados, por lo que una sociedad más libre será una sociedad más feliz.
Respecto a la salud, la renta básica actúa en las necesidades de subsistencia popularizadas por Max-Neef. Los satisfactores de la necesidad de subsistencia son la salud física, la salud mental, la alimentación y el entorno social, y a través de la renta básica somos capaces de alcanzarlos.
Sergi Raventós, trabajador social especializado en salud mental y doctor en Sociología, analizó los efectos de la renta básica sobre la salud mental. Según Raventós, las personas que tienen bajos ingresos, y por lo tanto se encuentran en situación de pobreza, suelen estar sometidas a una grandísima tensión psicosocial de manera constante, lo cual termina por afectar al conjunto de su ciclo vital. También indica que la depresión está fuertemente relacionada con la pobreza, el desempleo y factores vinculados a la desigualdad social. según datos del European Study of the Epidemiology of Mental Disorders, la tasa de prevalencia en el Reino de España para la gente en paro de cualquier trastorno mental era del 14,7 %. Esto es el doble de una persona que tiene un trabajo remunerado o de una persona estudiante.
El coste social de la incapacidad de las familias para cuidar y cubrir las necesidades de sus hijos significa un problema de salud pública, por lo que la renta básica puede tener un efecto muy positivo sobre la salud de la población. La implantación de la renta básica nos da la oportunidad de pensar qué presente y futuro queremos tener como sociedad y como personas, porque supone un cambio de paradigma.
¿Alguna cosa más que quieras añadir?
Quiero agradeceros la oportunidad de hablar sobre renta básica en vuestra publicación y animaros a conocer más, debatir y defender una idea que cambiará por completo nuestras profesiones y las personas con las que trabajamos.